En Otro Canal
Armando Reyes Vigueras
Con el inicio de año, renacen algunas preocupaciones que se mantenían en el tintero y una de ellas es la oposición partidista en nuestro país. Ante el avance de Morena en las elecciones que han tenido lugar en los estados de la república y ante la manera de ejercer el poder de los integrantes de la nueva clase política a cargo, no sólo se ha mencionado la necesidad de los contrapesos, sino la falta de partidos que eviten una concentración tal que, como se ha visto, busca destruir antes que construir instituciones.
¿Si necesitamos una oposición?
Si no fuera por detalles como el hecho de que uno de los (supuestos) argumentos que presentan los defensores del lopezobradorismo, es que quienes critican lo hacen porque se acabaron sus privilegios, además de culpar al pasado y al PRIAN de todo lo malo que pasa en el país, pero sin reconocer que, precisamente, buena parte de los ahora militantes del partido oficial cambiaron de bando para conservar privilegios y que también fueron parte de ese pasado y de los partidos que tanto señalan como culpables de los males que nos aquejan –y de la falta de resultados—, nadie se quejaría de la falta de una oposición.
Es por esto que se extraña una oposición que no sólo señale los errores cometidos por el gobierno en turno, sino que también proponga y dé la batalla en el terreno de las ideas, algo que politólogos han mencionado en reiteradas ocasiones.
Pero la pregunta que surge en primera instancia es qué ha pasado con la oposición mexicana.
De acuerdo con Marco Arellano Toledo, analista político en entrevista con este reportero, “lo que ha pasado es que el presidente con esta astucia y capacidad que tiene para conducir el conflicto y azuzar a sus adversarios, ha debilitado a la oposición que no ha sido capaz de encontrar una demanda en la cual apoyarse; las demandas políticas o las plataformas políticas están tomadas o capturadas por la 4T, al menos las legítimas, y la oposición se ha quedado desfondada, no sólo política o ideológicamente, sino también en términos de plataforma política y de causas, no tiene una causa que defender y, quizá, eso es su principal talón de Aquiles”.
Pero no sólo se trata de la falta de causas para conectarse con una ciudadanía interesada, sino también la falta de discurso.
Para el analista político Fernando Dworak –también en entrevista con quien esto escribe— “la oposición tampoco tiene un discurso claro, no basta con aliarse, sería necesario presentar una alternativa, pero esto no basta para detener a Morena, se necesita un discurso alternativo, ya vimos el desenlace de lo que pasó el año pasado, sólo perdieron la Ciudad de México, pero por una movilización de grupos antilopezobradoristas”.
En el actual contexto que vivimos, prosigue Dworak Camargo, “mientras (la oposición) no tenga un discurso alternativo el presidente va a seguir llenando el discurso. Si el presidente sale, a partir de esto, no digamos controlando la discusión, pero sí fortaleciendo su popularidad, eso le va a permitir controlar su agenda, si el presidente no tuviera tanto eco, comenzaría a perder el control de Morena y eso es lo que, precisamente, no quiere”.
Siguiendo con el tema de la carencia de causas en la oposición, Marco Arellano señala que “la principal causa que dicen defender es sacar al presidente, pero eso no es una causa o proyecto político, es una aspiración política, pero no un proyecto que se materialice en políticas públicas o en gobierno. La oposición, francamente, se ve muy incipiente, hay tiempo y creo que el único espacio que hay para la oposición es la clase media, que empiece a conectar con ella, pues probablemente empiecen a acumular cada vez más agravios por parte del presidente y pudieran encontrar un acercamiento con esta oposición”.
Así, México sigue en riesgo que las imposiciones y ocurrencias sean la pauta en el escenario político, con una oposición que sólo reacciona y no cuenta con la capacidad de proponer alguna alternativa viable o de ganar la imaginación del electorado, no sólo de la clase media.
@AReyesVigueras