Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
A pesar de que Claudia Sheinbaum diga que no decidió casarse porque está en virtual campaña presidencial, “le cayó como anillo al dedo”, en sentidos literal y figurado. Sin duda, le va a sacar jugo al convencionalismo social que recomiendan los estrategas de marketing político, como una boda para quienes son candidatas o candidatos solteros. “Políticamente, todo es cuestión de apariencia”, dicen los expertos.
“Del mal que huyes mueres”, dice el refrán popular. Y lo que tanto odiaban desde el presidente López Obrador y por supuesto Sheinbaum, ahora lo están repitiendo casi al pie de la letra: imitar la estrategia que implementó Enrique Peña, también con campaña anticipada.
Cuando Peña era todavía gobernador del Estado de México, se casó con la actriz Angélica Rivera, La Gaviota un año y medio antes de las elecciones, como Sheinbaum ahora con el científico Jesús María Tarriba Unger.
El expresidente contrajo nupcias el 27 de noviembre de 2010 en la catedral de Toluca. La boda la transmitió en vivo Televisa, la empresa que promovió la candidatura de Peña desde por lo menos 3 años antes de las elecciones, así de anticipada como lo hizo ahora López Obrador con la de Sheinbaum, sólo que él con todo el aparato del gobiernos federal, estatales, municipales.
Hay un libro de lectura obligada para los hacedores de campañas, responsables de comunicación política y de imagen pública, intitulado Opinión pública e imagen política en Maquiavelo [1990], del escritor español Manuel Santaella López. El autor establece con claridad el beneficio de convencionalismos sociales, como es el caso de que una o un líder político esté casada o casado.
“Políticamente, todo es cuestión de apariencia, de ofrecer la imagen conveniente, que, en línea de principio debe adaptarse a las pautas y tópicos morales, jurídicos y sociales de carácter convencional”, dice el autor.
Retoma a Nicolás de Maquiavelo, autor de El Príncipe, obra por la cual es considerado el padre de la ciencia política moderna: “Los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos, ya que a todos es dado ver, pero palpar a pocos: cada uno ve lo que pareces, pero pocos palpan lo que eres…”
Aquel cálculo político de Peña le funcionó como novela rosa en campaña, y ahora retoma Sheinbaum también con la misma lógica de que le va a sumar popularidad y aceptación pública. Es contrario al que hicieron en su momento otros candidatos.
En el 2000, Vicente Fox decidió no casarse antes de las elecciones, aunque todo mundo sabía que su pareja era su vocera, Martha Sahagún. Fue en el aniversario del primer año de gobierno que decidieron casarse y consolidar, tristemente para el país, la “pareja presidencial”, pues era sabido que cogobernaba con el guanajuatense.
Parecido a Fox, Marcelo Ebrard se casó pasada su elección como jefe de gobierno. Fue el segundo sábado de julio de 2006, una semana después de los comicios, cuando contrajo nupcias con la actriz Mariagna Prats, acaso con la misma estrategia de Peña hacia la presidencial 2012, pero mucho más anticipada.
Por cierto, el hecho molestó sobremanera a Andrés Manuel López Obrador, porque mientras él encabezaba la lucha postelectoral contra lo que acusaba un fraude, Ebrard andaba de luna de miel.
Así, seguramente el matrimonio será aprovechado por Sheinbaum como parte de su marketing político para la Presidencial 2024. Esto, siempre y cuando no se le ocurra una boda fifí, como las de Santiago Nieto o César Yáñez, porque ya sabe el castigo que impone el supremacista moral.